Efectivamente, hay pecados que no se pueden esconder, son tan notorios y del conocimiento público. Pero, algunos están por ahí como en el fenómeno de cripsis por lo cual el pecado pasa de manera inadvertida.
Y es necesario examinarnos con la ayuda del Espíritu Santo, reconocer y pedir perdón.
Sin semejante peso del pecado, y una conciencia purificada, manifestemos al Señor sentados a sus pies, lo agradecidos que estamos por la gracia inmerecida, y fluir con un corazón humilde y contrito.
Podemos notar, que mujer era pecadora no lo era más, decidió dejar de pecar para seguir a Jesús el Señor.
Toda persona tiene la oportunidad por la fe en Jesucristo de tomar la decisión y colocarnos a los pies del único que nos puede dar perdón, paz y vida eterna.
La Palabra ilustra con la mujer pecadora, que llora a los pies del Señor, ciertamente los estereotipos sociales, bloquean a los hombres manifestar sus emociones, sentimientos y lágrimas libremente. Quizá, por ello tenemos a una mujer y no a un varón, derramando el frasco del perfume.
Sin embargo, es la hora en que los verdaderos adoradores, no importa si son mujeres u hombres adoren y empiecen a derramar, quebrar los frascos de perfume costoso, que están escondidos en lo más profundo del corazón, y se esparza en estos tiempos cercanos a la venida del Señor los mejores aromas que nunca se han derramado.
Por lo tanto. hombres o mujeres delante a los pies del Señor Jesucristo, quebremos los frascos de los perfumes, aromatizando los aires, y los preciosos aromas que brotan de los corazones se eleven y lleguen hasta el Trono de la gracia y la misericordia. Ante el Padre Jehová y el Hijo de Dios, nuestro amoroso Redentor.
Que tan especiales aromas de corazones apasionados por el Señor, estemos impregnado diariamente la bienvenida a Jesucristo.
"... Y he aquí, había en la ciudad una mujer que era pecadora, y cuando se enteró de que Jesús estaba sentado a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume;
y poniéndose detrás de El a sus pies, llorando, comenzó a regar sus pies con lágrimas y los secaba con los cabellos de su cabeza, besaba sus pies y los ungía con el perfume."
Lucas 7: 37-38
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